Intuición en la toma de decisiones: cómo usarla sin caer en sesgos
Cuando hablamos de liderazgo y decisiones estratégicas, solemos pensar en datos, métricas y análisis. Sin embargo, hay un componente silencioso que influye más de lo que admitimos: la intuición. Esa sensación interna que aparece sin pedir permiso y nos dice que algo no encaja… o que sí lo hace.
Lejos de ser un simple presentimiento, la intuición es la síntesis de años de experiencia, aprendizajes y patrones que el cerebro procesa sin que nos demos cuenta. Y, en escenarios donde reina la incertidumbre, puede volverse una aliada clave para decidir con rapidez.
¿Qué es realmente la intuición?
La intuición es la capacidad de comprender una situación sin pasar por un análisis racional detallado. No es magia: es el resultado de reconocer patrones construidos a lo largo del tiempo. Por eso un líder con trayectoria puede percibir que algo no funciona aun antes de ver los números que lo confirmen.
Intuición + análisis: el equilibrio correcto
Aunque poderosa, la intuición no reemplaza al análisis racional. Los líderes más efectivos no se casan con un único enfoque: alternan entre datos e instinto según el contexto. Ignorar la intuición puede ser tan riesgoso como depender solo de ella.
El desafío es distinguir cuándo nuestra intuición proviene de la experiencia… y cuándo puede estar contaminada por sesgos, emociones o prejuicios.
Ejemplos cotidianos donde la intuición marca la diferencia
Un director de marketing puede tener dos campañas con métricas similares, pero elegir una porque “le resuena más”. Un gerente de recursos humanos puede detectar señales sutiles en una entrevista que ningún CV muestra. Ambos casos revelan lo mismo: la intuición ayuda a leer lo que los datos no capturan del todo.
Cómo entrenar tu intuición
- Revisá decisiones pasadas: entender por qué decidiste lo que decidiste te permite detectar patrones propios.
- Prestá atención a tu cuerpo: muchas intuiciones aparecen como sensaciones físicas.
- Tomá conciencia de tus sesgos: la intuición funciona mejor cuando reconocés tus filtros mentales.
- Confiá en tu experiencia: tu cerebro ya procesó miles de situaciones similares.
- Validá con datos: intuición como punto de partida, evidencia como confirmación.
Una reflexión final para líderes
Un liderazgo sólido no consiste en elegir entre análisis o intuición, sino en saber usar ambos de manera complementaria. Cuando aprendés a escuchar esa voz interna y la integrás con evidencia, tus decisiones se vuelven más rápidas, más sólidas y más efectivas.
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