El liderazgo es una de las competencias directivas más valoradas, junto a la orientación al cliente, la honestidad y la iniciativa. En un entorno cada vez más competitivo, este valor cobra más relevancia. Sin embargo, ha dejado de entenderse como una característica exclusiva de los altos directivos para dar paso a una nueva fórmula de liderazgo que trasciende a todos los niveles de la organización.
Así lo exponen el profesor del IESE Pablo Cardona y Carlos Rey, socio de DPM Consulting, en el documento “Cómo generar liderazgo en toda la organización”, donde también repasan la evolución del concepto de liderazgo.
El modelo líder-líder
Este nuevo paradigma de liderazgo propone la coexistencia de múltiples líderes en un mismo entorno y en diferentes niveles de la empresa. Eso significa dejar atrás el concepto personalista del patrón líder-seguidor donde el líder es “uno” y los “demás” son seguidores.
La distribución del liderazgo a través de toda la organización rompe con este modelo tradicional y apuesta por formar “comunidades” de líderes a lo largo de toda la cadena de mando.
Es el llamado modelo líder-líder, donde los líderes de una organización ejercen a su vez como líderes de otros líderes de una forma positiva y coordinada. Se trata de una fuente de competitividad que ya están explotando parcialmente las empresas que mejor funcionan.
Los cimientos del nuevo liderazgo
El liderazgo sostenible requiere dos elementos complementarios: la voluntad transformadora, asociada a la visión, y el espíritu de servicio, ligado a la misión. Pero a la hora de aplicar el modelo líder-líder en una organización hay que tener en cuenta tres nuevas características fundamentales:
• Unidad de liderazgo. Todos los líderes deben tener una fuente común de donde emane su liderazgo. Un ejemplo claro de esta unidad se observa con frecuencia en los equipos deportivos. En ellos, todos sus miembros comparten el mismo fin de “ganar el partido”, y a su vez, los unos ejercen sobre los otros un liderazgo continuo y constante que refuerza la consecución de este fin. Esta relación de liderazgo (que podríamos llamar de influencia múltiple) es un fenómeno muy estudiado en el ámbito del management. De hecho, el interés por aplicarlo en el día a día de las empresas no ha dejado de crecer en las últimas décadas.
• Liderazgo por participación. Se requiere una conexión vertical entre el llamado líder-jefe, responsable de la estructuración de la misión y la visión, y el líder-colaborador, que impulsa la misión y la visión en su entorno de trabajo. Una muestra de este liderazgo por participación se da, por ejemplo, cuando un jefe solicita a sus colaboradores que le den feedback sobre sus errores o áreas de mejora.
• Liderazgo sostenido. Existe cuando la fuerza del líder no nace solo de su interior, sino que se mantiene y refuerza gracias al liderazgo de los otros miembros de la organización con los que se relaciona. De esta forma, el liderazgo de unos sostiene e impulsa el de los otros y multiplica el de la organización. Muchos de los grandes líderes de la historia, por ejemplo, contaron con personas cercanas (maestros, compañeros, tutores…) que ejercían una fuerte influencia sobre ellos.
El camino del líder
El proceso individual que sustenta el modelo líder-líder consta de tres pasos consecutivos. Primero debe darlos la alta dirección de la empresa y, después, desplegarlos en cascada por toda la pirámide organizativa.
1. Compromiso personal con la misión y la visión. Debe cubrir la vertiente afectiva (en la que intervienen las emociones) y la vertiente normativa (donde interviene la obligación moral).
2. Adaptación de las herramientas de liderazgo. Es el caso de los sistemas de planificación estratégica, los cuadros de mando, los presupuestos, la evaluación del desempeño, etc., que deben rediseñarse estructuralmente al servicio de la misión y la visión.
3. Desarrollo del liderazgo de los colaboradores. El verdadero cambio de modelo solo se logra cuando el líder consigue que sus colaboradores también sean líderes. Para ello, el líder-jefe debe asegurarse de que sus colaboradores realizan los tres pasos del proceso a nivel individual. Es decir, conseguir su compromiso, asegurarse de que utilizan las herramientas de liderazgo correctamente y ayudarles para que las personas a su cargo también se conviertan en líderes.
La capacidad de transmitir un liderazgo a través de la organización será probablemente la mayor fuente de competitividad organizativa de este siglo. El modelo líder-líder puede otorgar a las organizaciones un interesante plus por su capacidad para generar soluciones nuevas e imaginativas a los problemas de la empresa.
Vía: IESE Insight
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